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Día de la comunidad de personas mayores

EN BRUSELAS el 17 de febrero de 2020.

Juntos para alabar al Creador… Él es la fuente de la alegría.

Nos das vida, nos reúnes, Señor, aquí estamos.


Aquí estamos, Señor, para alabarte, para bendecirte, para hacerte presente a los que ya están contigo y todavía están en contacto con nosotros, y a los que están ausentes.


En pequeños grupos, dejamos nuestras penas, nuestras cargas, nuestras alegrías.


Estamos especialmente felices de dar la bienvenida a A. y Paul, su esposo. Unidos, recorren un largo camino de sufrimiento. El testimonio del camino de Pablo a través de la enfermedad que afecta el cuerpo, el alma y el espíritu nos ha conmovido y animado.


Al comienzo de la enfermedad, que ataca con toda su fuerza, te asaltan una serie de preguntas. ¿Quieres sanar? ¿Cura para quién? ¿Curar por qué?


Dios busca darte vida y allí se une contigo, si así lo deseas. Para descubrir la ternura del Señor se trata entonces de pasar de la reflexión intelectual al corazón.


El amor es vida, yo doy la vida, yo te doy mi vida. .. (Jn 10, 17)… Negarlo es negar mi ser profundo. La humildad me ayudará a dejar pasar el Amor a través de mí, para dárselo a los demás. Ahí está mi curación.


Orad al Señor, él os dará la fuerza para seguir el camino que os ha destinado… Mi gracia os basta, es en la debilidad donde el poder da su plenitud (2 Cor 12, 9).

Te doy amor, te doy mi amor,
Lo que llevas dentro lo deja fluir.

Gracias por compartir con nosotros tu viaje edificante de vida. Nos desafía, nos trastorna.


Siguieron varios testimonios conmovedores, todos mostrando la presencia del Señor, su fidelidad, su ternura, su compasión por los que sufren. La canción enjuga las lágrimas: Me gustaría vivir en la casa del Señor. (Una cosa)

Al final de la mañana, compartimos en pequeños grupos lo que queremos de nuestras emociones y/o nuestras preguntas siguiendo los diversos testimonios.


Siguiendo los testimonios, nos miramos, identificamos en nuestra vida una prueba por la que hemos pasado y respondemos a la pregunta:
¿Qué camino espiritual he recorrido? ¿durante? ¿después? ¿Ahora? El compartir en pequeños grupos es seguido por un tiempo de oración.

nací para alabarte… para glorificar tu nombre… Nací para amarte…
La alabanza al Espíritu nos enseña a orar e introduce este tiempo de oración: El que te mira resplandecerá; No dejes que la oscuridad me abrume; Tengo sed de ti, Señor; Engrandeced al Señor conmigo; No tengas miedo.

Vamos, Dios te envía…

Un pequeño testimonio

Compartir en pequeños grupos expresa ante todo una fuerte impresión de respeto y contemplación. Todos están atentos al eco en él de los testimonios escuchados, recibidos en lo profundo…


Los testigos nos contaron sus experiencias con profunda serenidad, nos compartieron su confianza en Dios, en la Vida, nuestra Fuente, nuestro Origen.


Cada uno estuvo marcado por su humildad, su sencillez en ser verdadero, su camino, aceptación y cercanía a Dios.
Para todos, esto ha despertado interrogantes profundos, a veces dolorosos pero ¡qué esperanza también! Así, Bernardita, que esperaba resultados médicos que sabía malos, acogía estos testimonios como una especie de consuelo, como otra forma de aprehender el futuro.


Muchos también quedaron marcados por el hecho de que dondequiera que estemos (hospital, reválida, hogar) el Señor nos pide que florezcamos y depende de nosotros saber cómo.


¿Estamos listos para florecer en todas partes?
También nos impresionaron las gracias de perdón recibidas por María por no responsabilizar a la profesión médica por los errores cometidos en varias ocasiones. ¿Podríamos hacer lo mismo?

En definitiva, nos vamos con muchas preguntas pero también una maravilla:
Que suerte tenemos de ser cristianos.


brigitte

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