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Pandemia de Covid y vida de la Iglesia: ¿qué lecciones aprender?

¿Qué lecciones podemos aprender de la pandemia de Covid? : Para responder a esto, he elegido hablarles sobre las reflexiones del cardenal Mario Grech , durante la entrevista concedida a Civiltà Cattolica el 23 de octubre de 2020.

Lo sabemos, lo vivimos, el período de pandemia obliga a parar al mundo entero; para muchos, en el confinamiento, la casa se ha convertido en el lugar de refugio contra el contagio. Las calles se vaciaron. Iglesias también. La suspensión de las celebraciones litúrgicas trae muchos interrogantes sobre la forma en que los cristianos viven su fe.

Con gran frescura y de una manera un tanto excéntrica, el cardenal Grech subraya hasta qué punto esta puede ser una oportunidad de renovación. La pandemia ha sacado a la luz que la vida de la Iglesia no se ha interrumpido, al contrario de lo que algunos han dicho, como si hubieran olvidado “la riqueza y variedad de experiencias que nos ayudan a contemplar el rostro de Cristo” .

Es innegable que la Eucaristía es ” fuente y cumbre de toda vida cristiana” (Lumen Gentium 11). Sin embargo, esta no es la única posibilidad para el cristiano de experimentar el Misterio y de encontrar al Señor Jesús. Pablo VI lo observó bien cuando escribió que en la Eucaristía “la presencia de Cristo es ‘real’ y no exclusivamente, como si las demás no fueran ‘reales'”.

Porque encontrar a Jesús es comprometerse con su Palabra. En este sentido, los médicos y enfermeras que arriesgaban su vida para estar cerca de los enfermos, ¿no transformaron las salas de los hospitales en ” catedrales “? No se puede partir el pan eucarístico sin partir el pan con los que no lo tienen. Esto es diaconía. Es una dimensión constitutiva del ser de la Iglesia y de su misión. Una experiencia significativa de servicio es una forma fundamental de evangelismo en la era de cambio de hoy. El cardenal Grech también habla de una nueva eclesiología que surge de la experiencia forzada del encierro: vivir la Iglesia en nuestras familias. “Si la Iglesia doméstica falla, la Iglesia no puede existir. ¡Si no hay Iglesia doméstica, la Iglesia no tiene futuro! ¡La Iglesia doméstica es la llave que abre horizontes de esperanza!”

Con este virus que no conoce fronteras, estamos llamados a una nueva comprensión de la sociedad contemporánea para discernir una nueva visión de la Iglesia para vivir de manera más fraterna y construir un mundo más bello, más justo y más digno. De la humanidad.

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