Esta última semana de febrero fue una oportunidad para mí de tomarme unos días libres en pareja. Descubrí con placer las maravillas del Bassin d’Arcachon. El miércoles salimos a pie bajo los pinos de Cap Ferret, con sus encantadores pueblecitos marineros. Calles estrechas se entrecruzan entre las chozas de madera de ostras. A lo lejos se divisa la Dune du Pyla, o incluso, más al norte, la Isla de los Pájaros, un espacio salvaje con sus chozas tchanquées construidas sobre pilotes.
Nos tomamos el tiempo. Paseamos sin mascarilla por el pueblo de l’Herbe, casi desierto. Un último desvío para visitar la capilla de la villa argelina y su estilo morisco, su exposición salvaje y solitaria frente al mar. El cielo brillante y su espléndida calma nos hacen olvidar los momentos difíciles que estamos atravesando.
La tarde se prolonga, sin mencionar el toque de queda. Tienes que volver antes de las 6 am. La era del Covid nos devuelve de repente a la realidad: ocho kilómetros antes de volver a salir a la carretera y luego volver a nuestra casa en plena naturaleza. Estamos a pie. Misión imposible ? No tan seguro… Porque luego viene la idea del autostop, el carpooling de los 80, una versión 100% providencia. Así que nos fuimos al lado de la carretera, haciendo autostop, sacando los pulgares como cuando teníamos 20 años. 30 segundos de espera… y un vehículo se detiene a recogernos. Increíble !
Su conductora, Véronique, vestida con un traje de windsurf, nos sube a su Van después de despejar los asientos para que podamos sentarnos. Sin un segundo que perder, nos encontramos con nuestro conductor. Véronique nos habla de Cap Ferret, y en especial de su actividad profesional: monitora de larga distancia. ¿La costa? Una actividad deportiva que consiste en caminar con el cuerpo medio sumergido en el mar. Véronique responde fácilmente a las preguntas de nuestros novatos sobre este deporte que, cada vez más, reúne orugas de seis a ocho personas a lo largo de las playas. “En unos meses, obtuve unos abdominales sólidos como una roca”, admite simplemente Veronique. Empezamos a soñar con participar, un día, en una sesión de longe-côte con Véronique. Nos reímos al salir de su Van azul antes de reanudar cada uno nuestras rutas. No solo se detuvo, sino que llenó los pocos minutos de viaje junto con su cálida presencia. Realmente hubo un compartir del presente. A todos nos calientan estos momentos de cercanía y bondad gratuita. Es una gran lección de vida. “En unos pocos meses, construí abdominales sólidos como una roca”, admite Véronique simplemente. Empezamos a soñar un día con participar en una sesión de costa a costa con Véronique. Nos reímos al dejar nuestra Van azul antes de retomar nuestros caminos. No solo se detuvo, sino que llenó los pocos minutos de nuestro viaje con su cálida presencia. Realmente hubo un compartir del presente. A todos nos calientan estos momentos de cercanía y bondad gratuita. Es una gran lección de vida.
¡No se pierdan los hermosos encuentros que podemos tener en la era Covid, en vacaciones o en el trabajo, bajo el sol de primavera que se avecina! Depende de nosotros invitar estos encuentros impredecibles en nuestros caminos, depende de nosotros provocarlos.