Durante estas últimas semanas de confinamiento, he pasado mucho tiempo en ZOOM en mi oficina, al lado de mi biblioteca. Los libros que amo son compañeros de trabajo y de meditación. Uno de ellos, publicado recientemente, acaba de ocupar un lugar destacado, y creo que durante mucho tiempo. Vivir con nuestros muertos (ed. Grasset, 2021) es una obra escrita por una rabina, Delphine Horvilleur. La primera palabra es en realidad la que recuerdo al leerla: VIVIR.
Cuestiones de vida o muerte, las noticias sobre el COVID, como sabemos, son duras. Esto pone de relieve la fragilidad de cada una de nuestras existencias y de la condición humana, en todos los círculos sociales, en todas las latitudes, hoy de forma horrorosa en la India.
En su libro, Delphine Horvilleur también habla de nuestros muertos, de las personas cercanas que han fallecido y han dejado su huella en nuestras vidas.
Esta experiencia universal del límite y de la muerte es inherente a la vida. Porque siempre estamos en proceso de transformación, morimos a lo que hemos sido, para nacer a lo que aún no somos.
Todos somos un poco como Jacob. En el relato del Génesis, comenta el rabino, Jacob es el que cojea, está entre dos estados, no deja nunca de devenir, acepta ser tambaleante, es decir “casi él mismo”. Jacob tiene un futuro, como lo indica su nombre hebreo en tiempo futuro. Jacob-Yaakov significa "seguir"; La historia no termina ahí, continúa, estamos humanamente unidos unos con otros, “existe la posibilidad de convertirse en Uno” como cantan todos los familiares de Jacob, reunidos alrededor de su lecho de muerte.
“Vivir con nuestros muertos” y sus 222 páginas cuentan mil y una anécdotas, encuentros conmovedores y a veces dramáticos, siempre de manera justa, y a menudo con humor. . “Vivir con…”, vivir con lo quebrantado incluso en la prueba y en la muerte es la exploración del pensamiento judío que emprende la rabina, sin recurrir ni a certezas ni a dogmas. Delphine Horvilleur comprendió que era una " rabino laica ", como le dijo, delante de los supervivientes de Charlie Hebdo, la hermana de Elsa Cayat, la psiquiatra de "Charlie" asesinada el 7 de enero de 2015. Porque Delphine Horvilleur ofrece en su libro no sólo una lección de vida, sino también una enseñanza a través de la experiencia de lo que es el laicismo francés. En sus palabras, se trata de “la defensa de una tierra que nunca está llena, la conciencia de que siempre hay espacio para una creencia que no es la nuestra. La laicidad dice que el espacio de nuestra vida nunca está saturado de convicciones, y siempre garantiza un lugar vacío de certezas. Impide que una fe o una afiliación saturen todo el espacio. En esto, a su manera, la laicidad es una trascendencia. Afirma que siempre existe dentro de ella un territorio más grande que mi creencia, que puede albergar la de otro que ha venido a respirar allí”.
En tales palabras fluye una fuente de vida.
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