L’Ermitage à Versailles acoge a la familia de Lucie y Benoît Vignon, personal permanente y corresponsable del sitio, desde hace más de un año.
“Durante mucho tiempo, con Lucie, queríamos desarrollar una forma de vida más colectiva, para vivir en el día a día lo que aspiramos como pareja: una sociedad de convivencia y abierta a la diferencia”.
Desde hace más de un año, la familia se ha instalado en una dependencia ubicada en el parque. La vida en el Hermitage tiene ventajas concretas: ahorro en el tiempo de viaje y la posibilidad de vivir en un hermoso entorno natural.
Alix (6 años) y Gaspard (4 años), los hijos pequeños de la pareja, facilitaron los encuentros, entre juegos en el parque y fiestas de cumpleaños muy amigables. Benoît y Lucie han comenzado a tejer lazos de fraternidad y apoyo mutuo con el resto de vecinos del Hermitage, especialmente durante el periodo de confinamiento.
Benedicto: “Vinimos por la dimensión social del proyecto y en eso estamos bastante satisfechos por la experiencia de proximidad con los residentes. El confinamiento ayudaba a las reuniones y el hecho de que Lucie no trabaje en Fondacio lo facilita. Somos una familia entre otros.
También vinimos con el deseo de ayudar a que las cosas sucedieran en términos de ecología en el sitio. Si algo hemos podido aportar desde nuestra llegada, también somos conscientes de que transforma nuestra propia relación con la ecología. La relación de nuestra familia con los residuos y el consumo local se ha visto muy afectada. Sin nuestra presencia, tal vez el sitio hubiera estado menos lejos, pero sin el sitio, nosotros también habríamos estado menos lejos en la conversión ecológica. Realmente es un ganar/ganar.
El tercer objetivo, el de asegurar la presencia de Fondacio en el sitio, desarrollar vínculos con el barrio y abrirse a la ciudad también es una ganancia mutua. La gente descubre el sitio a través de nuestra red personal y asociativa y nos alegramos de conocer a muchos jugadores locales”.
Lucía: “:: “Para nosotros era importante recibir a las personas de paso en la casa y eso es posible. Esto va muy bien porque también hemos aprendido a preservar nuestra privacidad ya poner nuestros límites si es necesario. La novedad es que ahora cultivo un vínculo personal con gente de Fondacio con la que Benoît trabaja a diario y de repente nos acerca”.
Esta valoración positiva refuerza el deseo de la familia de vivir aquí durante al menos 5 años.